POESÍA

La gran eclosión

Avelino Cox Molina

Te hablo en el idioma del primer átomo, del primer cordón umbilical, del origen de mi existencia, donde anido mi primer espíritu, y llegar frente a ti en medio de los bosques morados de nancite, en la estación profunda del dolor de parto, para continuar manteniendo la vida.

Como gran eclosión las serpientes de mi consciencia se despierta y el verano caliente se alza como un nacimiento, y se enreda en la cíclica de mi vida, y los ojos brillantes semejante a piedras preciosas, junto al sagrado río Wangky (río Coco) donde acuné mis primeros sueños.

Cuando aparece el plenilunio de marzo, el eclipse lunar decreta leyes sobre la naturaleza, la codorniz café-oscuro canta al son de las montañas; y mi consciencia se enrosca como cíclica de la vida en espiral, junto al agua, en la morada de las iguanas, el lugar de nuestro origen.

Hay suspiros que apuntan hacia el Este, donde emerge el sol de la vida, sus hilos de membrana apuntan hacia el ocaso perdido del alma; danzando y cantando, celebrando a la vida, con la canción de eternidad, y acaricio las primeras raíces de la flor de la vida

Es el orgasmo del eterno universo dijo el abuelo y, colgando todas las hamacas, en movimiento girando y danzando alrededor del sol y las voces a fomentarse en un solo útero de la madre naturaleza, enferma, enferma por los humanos que somos el mal, un mal incurable.

Bilwi 11 /3/ 2009.

Kairasa

Avelino Cox Molina

VuelveN a mecerse las hojas de los cocoteros, con un mínimo soplo de eternidad, semejante a un rayo, resuelto a iluminar en su antiguo nombre místico de diosa ancestral, y la mujer miskitu que es su imagen pura y dibujada en la bendita Kairasa, me ha arrullado en su amantes brazos; soy un puñado de arena calcinada entre signos de una vida en desesperación.

Subterráneo y subacuático la vida emerge, en todos los espacios y este autóctono contempla sobre la orilla del amado río Wangky (río Coco), que ella llora en silencio, porque el tiempo secuestró sus ilusiones, mujer de Sita Awala, con el corazón herido en su amor propio, en espera de nuevos horizontes, para ver surgir la vida.

Vuelve el soplo de vida sobre las palmeras caribeñas; y sobre las profundidades del agua, y me preparo para intoxicarme con la chicha divina, y el arrullo de la mujer vuelve a fortalecerme, porque sin ella, y sin su mirada, se detiene todo, y yo no soy nadie, y con el canto del tiempo ido de mi pueblo, abrazo la vida que emana desde el infinito.

Danzo con el collar de almejas, recogido durante la marea baja, momento que la vida danza a través de la naturaleza, aunque a diario se agoniza en las montañas, los ríos, lagunas y mares del Caribe en inquieto momento de luchas por mantener la vida en todas sus manifestaciones, esperando despertar la conciencia de todos.

Los destellos de “TULUWALPA”.

Avelino Cox Molina

El cálido sol de TuluWalpa, arranca destellos pálidos de mi amada tierra, los recuerdos inolvidables, que percibí desde mi infancia el amor a la naturaleza, allí aprendí a recibir la energía de la madre tierra, acompañado de los cantos de las aves tropicales de la selvas vírgenes.

Mientras el verano emergía sobre la ciudad de Bilwi, escuché con devoción el consejo de los abuelos, como sus manifestaciones y extasiado recorrí con mi imaginación, conquistando sueños mientras los alcatraces cruzaban el horizonte, graznando la gloria con fuego. Percibí los múltiples esplendores de la vida, como el delicioso movimiento de las palmeras, que se mece con el soplo eterno de las brisas, de una hermosa víspera del crepúsculo combatiendo a la serpiente de mi conciencia extraviada, en el camino largo de la vida.

Tuve sueños grandiosos de ser lo mejor de todos, menos por el que soñó ella, porque el halo de mis deseos engrandece el silencio de mis labios, mientras seguía con temblor incontrolable, había momentos en el que el deseo me inundaba, que por primera vez comprendí a los animales en celo.

El sabor de ella se confundía con mi aliento, el olor de su firme carne en mi boca, la cálida extensión mágica de ella en todo mí existir, mientras nos convertíamos en un solo cuerpo; y yo luchaba por llegar al núcleo de su cuerpo, bramando al tiempo glorioso de crear vida, donde todos creen en la bendita semejanza.

Bilwi marzo de 2006

With no chacalin

Fernando Saavedra A

With no chacalin, coconut milk and rice and beans

watching the boats arrive at the dock

Nets empty

full debt books

full red numbers

I see the ships go

and I with a big gooma

and no rum nor ice cold beer.

No more boats

no fish

I`m sick.

Too late.

It´s a new

fucking day.

Julio 9, 2013.

Bilwi, Nicaragua.

La tortilla

Fernando Saavedra A

A mi madre Vilma del Socorro Áreas Chávez.

Cuando el fuego enamoraba al comal

y este empollaba la tortilla.

En cuatro pedazos la partían

para comerla

con mi madre

mi hermano

y mi tía.

Juntos en la mesa,

una vez al día.

Hoy ya no tengo

ni madre,

ni hermano,

ni tía.

Solo fuego, comales y tortillas.

Septiembre 5, 2013.

Bilwi, Nicaragua.

El viejo árbol

Fernando Saavedra A

A mi padre Francisco Salvador Saavedra López

El viejo árbol ya no tiene

corazones rojos colgados en sus ramas.

Su semblante hace tono con la hojarasca,

seca de varios otoños.

El me ha preguntado por vos

y no he podido decirle nada.

Hemos decidido que el silencio

ponga en tu boca la respuesta.

Sin corazones rojos en sus ramas;

acumulando más otoños en su savia.

Octubre 4, 2013.

Bilwi, Nicaragua.

No me dejes transitar las sombras de la noche

Fernando Saavedra A

No me dejes transitar

las sombras de la noche:

Solo

en el espectro distorsionado

de mi miedos.

Heme aquí

desnudo como un niño,

desnudo de abrazos y de besos.

No me dejes romper

el equilibrio del tiempo.

Busca en mis manos

la línea de la vida.

la miraras difusa.

Vísteme con tu sonrisa.

Una mirada que cubra

el amanecer más solo

que el solo que siento.

Llévate mi cuerpo,

ya no lo necesito:

Llévate también los espejos,

los perfumes y el rancio

asomo de vanidad

que pudo haber quedado en mi mirada.

De forma especial:

Llévate en vos

mi poesía

cruda

y amorfa.

Llévatela y quema

sus hojas azules,

esparce sus cenizas en la blanca nieve

y en los lodazales.

Si preguntan ¿Qué fue del artificio?

diles que el oso

no ha salido de caza,

tan sólo descansa

en su cueva profunda y silente.

Te dejo también

todos los corazones robados,

los besos guardados

con celo de mares.

Dame tu mano

para que sientas

la soledad que tengo,

lágrimas que no pude esconder

del orgullo mundano.

Seguramente he de morir

pero no quiero.

Dame la mano,

apriétala fuerte

y cruza conmigo

las penumbras.

Vístete sencilla

deja que la luna acaricie tu cuerpo

y convierta en plata tus cabellos.

Ya no estaré allí

para socorrer de abrazos tu partida;

pero, ahora que puedo

no quiero cerrar el libro

sin decirte a los ojos: Te veo.

Eso es lo que me llevo.

Mayo 17, 2013.

Bilwi, Nicaragua.

Arde la noche intensa

Fernando Saavedra A

Arde la noche intensa

por su luna

cómplice de cuerpos

rozando el infinito.

Posan los sueños

quebrando mitos

Se abren los caminos

a la vida

de par en par.

Y al fondo,

una casita oscura y cálida;

espera hambrienta

mi cuerpo en su morada.

Agosto 28, 2013.

Bilwi, Nicaragua

Bosawás

Fredy Leonel Valiente Contreras

Bajan días de lluvia a escuchar las quejas

de los seres del mundo.

Días con presencia celeste.

Pinos de acículas sin límites:

bálsamo y follaje.

Vida entreabierta

al relámpago.

Como una ciudad olvidada:

Selvas y bosques

se alejan del barullo

con su voz de pájaros.

Se despeñan cataratas color de arcoíris

en climas transfronterizos

desde la región meridional de Honduras

y septentrional de Nicaragua.

Bosawás:

Selvas umbrófilas de montaña

y selvas tropicales en las tierras bajas.

Asoma misteriosa un águila arpía.

Un jaguar danza:

Bordea sigiloso los ríos y manglares.

Un puma juega en los caminos de los meteoros.

Quetzales de Mesoamérica

revolotean propagando el fuego tornasol.

El puerco espín y el oso perezoso de dos y tres

dedos:

son de todos y de nadie su belleza.

El oso chosna con su madre

encuentran mieles nutritivas.

El mapache o mico león o kinkajú

con su aterciopelado

pelaje color marrón:

lame la pulpa de las frutas,

existencias indescriptibles

adivinan la república del viento.

Monos arañas,

capuchinos y musmuquis

tintinean en las copas de los árboles.

El oso hormiguero, el armadillo

y los tucanes con el fuego

de sus pétalos instantáneos.

Veranos e inviernos cortados

por el color turquesa:

allá un venado escurridizo.

Palpita el corazón

biológico de Mesoamérica.

Es el modo de asumir

toda la existencia.

Otro jaguar avanza:

altivo y bello,

venerado desde el mundo

prehispánico:

se ha tragado la selva

en sus mandíbulas.

Lame a su cachorro

que pronto será festín

para el cazador inclemente.

Bosawás:

los colibríes musicales como meteoritos

danzan fugaces

en las orquídeas de una belleza

extraña, entre lo terrestre y submarino.

Bosawás:

Cuando ya empezaba a oscurecer

asomó sus antenas un televisor destartalado

y se encendió una lámpara y un viejo radio de

baterías.

Los rostros percudidos de sol se acercaban

al fogón mortecino para calentar café

en una olla despeltrada.

Las esperanzas de un hombre

lanzado a lontananza,

en la noche asaeteada

por las luciérnagas y por las injusticias.

Aquellos campesinos

mestizos e indígenas estaban deprimidos:

Porque el patrón les había quitado el jornal

en la finca donde sembraban pastizales para el

ganado.

El patrón acrecentó su fortuna

y ahora con sus desdeñosas maneras de intrigar

contra el pan y las semillas y las olas,

los expulsa después del despojo.

Así que a buscar tierras para invadir:

a desbrozar aquellas latitudes

de la flora y fauna,

a contaminar ríos y lagos;

luego aparecen

los oligarcas de ayer y los nuevos oligarcas,

quienes se creen dueños

de aquellos campesinos desnutridos,

con malaria, dengue

y enfermedades

diarreicas y de la piel.

Bosawás:

Ya aparecen los terratenientes para comprar el co

razón de la selva

invadida con escopetas y escaleras sin oficio.

Los señores con sus armas funerales

compran a precios irrisorios,

para después volverlos

a contratar en los jornales.

Empobrecidos como estaban aquellos

campesinos del hollín y del desierto

ahora deberían agradecerles

a los grandes potentados

que los volvieran

a contratar para sembrar

pastizales, porque su ganado

ha aumentado y también las ganancias.

Bosawás:

Políticos cómplices de la destrucción,

abogados y notarios

que se especializaron

en el despojo.

Grandes empresarios y funcionarios del gobierno.

Esperpentos

de los derechos humanos,

acreditados periodistas

que se hicieron sordos

ciegos y mudos.

Así que había que agradecerle

a ellos y a la vida.

Siempre fue lo mismo.

Bosawás:

Transcurren los innumerables ríos tributarios

del río Coco: el río Bocay y el río Waspuk.

Erguida está la tierra desde el centro del cerro

Saslaya.

Lo cruzan al cabo las canoas de madera,

utilizan corteza de abedul y una mezcla de alquit

rán y savia:

navegaban hacia el Sur del Caribe de Nuestra

América

y también desde el río Bocay

hasta Wiwilí en la región transfronteriza

al norte de Nicaragua y la región meridional de

Honduras.

Bosawás:

En su corazón habitan indígenas

ramas, mayangnas y miskitus:

pueblos milenarios

que hablan en sus lenguajes

la unidad del hombre, la tierra

y las estrellas.

Cultivaron las plantas medicinales.

Los monopolios farmacéuticos

las procesan en sus laboratorios

sin pagarles derechos del saber

colectivo ancestral.

Rostros de pueblos antiguos

que navegan los extensos ríos

donde los acaudalados peces

inauguran la monarquía

con sus colas.

Fluyen los ríos:

la vida palpitante

con aire y minerales.

Bosawás:

La aniquilación de la Natura naturata

que deviene de la natura naturans,

la esencia infinita de Dios.

Ha llegado con la encomienda rediviva.

Embisten contra la paz del silencio

contra las tortugas con su caparazón:

que las protege dorsalmente

y con el cual cargan a su tortuguín.

Bosawás:

Los indígenas

construyen sus casas

sobre tambos o pilotes

para enfrentar las recias tempestades.

Alrededor de sus casas

las abejas sin aguijón

polinizan los árboles del bosque,

sus mieles curan el cáncer.

Bosawás:

Tan sólo era un poeta

quien escuchaba

a los shamanes

para elevar el espíritu

hacia el Wan Aisa,

donde todo lo positivo

es una nota cósmica:

una flor del universo.

Bosawás:

Un libro se quejaba de su eterno olvido en una

estantería.

Las crónicas archivaron

la historia de los camiones

cargados con personas, víveres,

combustible, moto sierras, ganado.

Se imponía el gesto recalcitrante:

la voracidad de los bandoleros del neoliberalismo

y hasta los pseudointelectuales

y tranzaron el territorio consagrado

al buen vivir y en armonía.

Bosawás:

Ante aquel mapa desértico,

el poeta sacó su lápiz

y lo agitó en el aire desprendiendo

gotas de lluvia: así germinaron las consciencias,

el multicolor de la biodiversidad.

Bosawás:

Algunos politiqueros

querían usar de ‘chivo expiatorio’

a los campesinos contratados para las labores

de despale, con el ardid de que la gente

poderosa y con cargos políticos

quedaran impunes ante tal delito.

Decapitan las olas errabundas,

la frescura celeste del cielo.

Bosawás:

El magma de la tierra canta,

conspira el cielo

azul, apagado

por el fuego de los papagayos.

Las cacatúas y los guacamayos

los psitácidos espolvorean

los dones sagrados de la lluvia.

Nicaragua, 12 de Agosto del 2013

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